lunes, 13 de abril de 2020

Un rayo en la casa



Ante la falta de diario para encender el fuego, buenas son las amarillentas fotocopias con las que atiborramos a los estudiantes año a año. Recuerdos de lo concreto en un ambiente virtual.
Sin aviso, la poesía me salió al encuentro y se dispuso a encender los leños de mi aislada -y en cuarentena- imaginación: «Todas las casas son ojos / que resplandecen y acechan...». Nadie puede negar que el poeta Miguel Hernández conocía bastante acerca de lo que es luchar y del tránsito de una angustia incomprensible.
Los troncos, entonces, se quemaron hambrientos en mi parrilla: «Y a un grito todas las casas / se asaltan y se despueblan...». ¿Existirá un noticiero más actualizado que un buen libro de poemas? Pero con una diferencia sustancial, la esperanza es lo que vende, no la catástrofe: «Y a un grito todas se aplacan, / y se fecundan, y esperan».
Nunca en esta casa un asado había ardido tan bien con el calor de un rayo que no cesa.

HERNÁN SCHILLAGI

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