domingo, 12 de diciembre de 2010

De los Portones al Arco, Tercera entrega


Tercera entrega:


Cartón piedra

La salida al Acceso Este no va a ser fácil. La Avenida San Martín atraviesa toda la ciudad y es por allí donde la caravana vendimial peregrina hacia el norte. El conductor de la Torino no pasa de segunda. Primera segunda freno, primera segunda freno. La aguja de la temperatura se mueve al ritmo de la decepción de Juano. Abre el bolso y ve los paquetes sin vender.

—¿Querés una tableta?
—¿Son de dulce de leche?
—No, de alcayota.
—¿Me viste cara de condenado?
—Tenés razón. El condenado soy yo.

Ahora están en los semáforos del cruce entre el Acceso Sur y el camino que llevará a Juano hacia el Arco. Santi insulta a los limpiavidrios, aunque finalmente les da unas monedas con una sonrisa. «De acá le metemos pata», dice. Se aferra al volante y calienta motores. Sin embargo, cuando todo es verde, la Torino da un relincho brioso en primera, un ahogo inmediato en segunda y continúa con una marcha discreta.

Juano mira hacia atrás y ve los carteles de gigantografía de un Peugeot de última generación. Él salta de la Torino y sube al auto cero kilómetro, tiene las llaves. Pero cuando lo quiere hacer arrancar, en vez de humo sale papel picado por el escape. La huida de Gala sólo le demuestra que ha vivido hasta entonces entre escenografías de cartón piedra, con tramoyas que se les veían los cables y con los tablados flojos. Pero sin un papel para representar. «Ahora tengo un papel», piensa. «Y la realidad».

—¿Che, extrañás el Ami? ¿Era rojo? Dice Santi.
—Siempre el mismo. Es amarillo. Y también una promesa.

Él recuerda cuando su padre decidió vender el Ami 8. Tenía en vista una rural Dogde cremita que lo volvía loco. Juano tenía diez años y con su madre hicieron un complot emocional para retener el viejo auto. Se abrazaron, lloraron, rogaron de rodillas. Sin embargo, el padre vendió implacable las idas a la pileta, las siestas comiendo mandarinas, los sueños mezclados con las películas en el autocine y la dulce amargura del maní con chocolate. Es decir, vendió sin más el Ami 8. Desde entonces, Juano le hizo una promesa a esos latones amarillos. Por eso cuando recibió una plata de la abuela como un modesto adelanto de herencia, comenzó una búsqueda frenética del auto que lo llevó hasta unos gitanos. Se acuerda y se le nubla la vista. Esas lágrimas parece que se le renuevan a Juano dentro de la Torino y ya no ve nada en la ruta.

—Hasta acá llegamos. Perdoname.
—¿Qué decís?, pregunta Juano tosiendo.
—¿No ves el humo? Encima estos cabrones de la GNC no me llenaron al mango el tubo.
—Pero recién estamos en el Puente de Hierro. No hemos hecho ni cinco kilómetros.

La montaña, la ciudad y sus luces de fantoche ya están atrás, muy atrás. Adelante, sólo quedan el llano y los oscuros ojos de Gala.


Soundtrack: Como yo te amo, de Raphael 

4 comentarios:

Proyecto Maria Castaña dijo...

Hice la experiencia musical -de hecho la repito en este preciso instante en que comento-: Raphael, 1980, COMO YO TE AMO. Me dejo atrapar por la magia de su carisma particular... y pienso en tu texto: ese "como yo te amo" para Juano es Gala, el Ami 8, la niñez, la madre... amar "en la distancia y en el tiempo" momentos, objetos y personas inascibles. ¡Qué tristeza la de Juano!
Me lo imagino en ese puente de hierro desnudo, siempre desamparado al sol cruel de marzo y la bronca de nuestro personaje que no se puede tragar ni pasar con ninguna tableta de alcayota del mundo.
Siguen apareciendo, para bien, los pasajes poéticos... lejos de frenar la acción son un parate necesario, propician un encuentro íntimo con el personaje que a esta altura sería un desconocido si solo lo hubieras enfocado desde las acciones.

Proyecto Maria Castaña dijo...

correción: "desamparado ante el sol cruel..."

Hernán Schillagi dijo...

Paula: gracias por compartir tu lectura "multimedia".

No sé si las nuevas tecnologías van a cambiar la manera de leer literatura y, mucho más, la de escribirla. Al menos me da la esperanza de que va a cambiar el modo de acercarse a ella. No sé, la herramientas están allí, ¿en nombre de qué no utilizarlas? ¿Es menos arte el cine que la literatura porque se vale de todos los recursos? Me permito dudar.

Con Gabriel Jiménez charlábamos -vía mail- sobre la composición de la narrativa para blog, si es necesario describir tanto cuando un link puede ilustrar todo en un segundo, o la posibilidad de que el lector te comente y te haga sugerencias casi inmediatamente. Para mí, se acabó la dictadura del autor todopoderoso y aislado en cubil creativo.

Gracias por tu comentario. Juano no es un poeta, apenas es una persona que tiene mucha imaginación para poder soportar la realidad que le toca vivir.

Mañana sale la cuarta entrega.

Hernán Schillagi dijo...

Ya que nombré a Gabriel Jiménez que en su blog "El Chabón" también escribe "blogoficción", queiro agradecerle a él y a Rubén Valle por sus alertas palabras de aliento para "De los Portones al Arco".