miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un poema incómodo




 lengua franca

Date prisa. Súmate a la orgía
aquí entre las hojas...

Ted Hughes



su paciencia de agua diluye las sales
del tiempo sabe que es frágil entonces
avanza con su casa perfecta
sobre la espalda un tardío hogar
de idiomas y espirales abiertos

pero él que conoce cómo esconder
el rugido del mar es el único
ser con la valentía suficiente
de abandonar la belleza absoluta
cuando le queda chica

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Duro de engañar



El domingo me rebané la punta del dedo índice de la mano izquierda. Un corte poco profundo, pero lacerante. Desde ese momento me lamenté al escribir en el teclado, al enjuarme la cabeza, sufrí para llevarle la mochila a mi hija, para subirme el cierre del pantalón, para frenar con la bicicleta. Hace días que veo estrellas de dolor en mis pequeños actos cotidianos.

Entonces se me vino a la cabeza Bruce Willis, más precisamente su personaje inoxidable de John McClane en Duro de matar. El tipo recibía trompadas, balazos en los hombros, caídas y raspones innumerables como si nada. Así, seguía firme y sin un “ayayay” que delatara su humanidad. Me sentí un pelele.

Cuando era chico y salía del cine luego de ver una del otro Bruce, Bruce Lee, en el traspaso de la oscuridad de la sala a las luces de la tarde en la calle me creía, por un instante, el mejor de los karatecas. Entonces tiraba patadas a lo loco hasta que un correctivo materno me devolvía a mis tiernos y debiluchos 7 años.

Es que las ficciones se nos inoculan como si fueran analgésicos de efecto rápido, pero que pierden eficacia a la primera zancadilla de la realidad. ¡Ay! Yo no me las vuelvo a creer nunca más.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un poema trampera



hasta que te encuentre


los dos sabían que el amor
no es una trampa los dos sin duda
sabían lo que es ser capturado una cita
a la que no podemos faltar una lengua
que se anuda a un secreto

sin embargo cuando uno de los dos
hizo crecer la ausencia como una red
echada hacia la lluvia los dos supieron
que el amor es un animal herido
por el que nos mordisqueamos sin piedad
para beber sorbo a sorbo
la barbarie de toda su sangre