el orden
natural
tarros de leche entre las ramas
hacen su nido colgante
y raspan de óxido el aire
en la media mañana
mi vecino sostiene con una mano
sus pantalones de gabardina y con la otra
castiga a cinturonazos toda la quietud del tronco
de un naranjo «hay que ofenderlo con golpes y basura
para que corra la savia» me dice y las palabras
se le mezclan con la sal del sudor
los alambres de púa rodean el cuello del rehén
sus flores blancas son los gritos
de una espinosa confesión arrancada
no hay corteza que soporte la escritura relampagueante
del miedo los tejidos de conducción permiten la fluidez
del agua los azúcares y los minerales
los quejidos sin dirección buscan el fruto
detenido que se resiste bajo la tierra
porque una vez que la naranja
sea presa del puño humano y ceda
al filo del cuchillo sus palabras serán amargas
y sin semillas un agridulce mensaje
de no continuidad que subvierte el orden natural
es cierto pero que no se delata
HERNÁN SCHILLAGI