Hernán Schillagi, escritor y docente nacido en San Martín allá por el aciago 1976, es a esta altura de la tinta y los bits uno de los nombres insoslayables de la literatura de Mendoza, en virtud de una obra sólida y profunda, cuidadosa tanto en su concepción temática como estética.
Tal apreciación, subjetiva por cierto, puede corroborarse -o refutarse, por qué no- repasando sus incursiones en la poesía con Mundo ventana, Pájaros de tierra y Gallito ciego, entre otros; en la narrativa con las novelas De los Portones al Arco y Los cuadernos de Gloria; en los microrrelatos de El dragón pregunta; y en el ensayo con La visión del anfibio y el flamante Fritanga maravillosa.
Del deseo y la intensidad
Por qué motivos alguien insiste en hablar en primera persona sobre situaciones que no le sucedieron del todo, que apenas fueron un roce cercano. Algunos responderían que es la ficción.
Sin embargo, lo escrito, visto, leído y vuelto a escribir aquí es absolutamente cierto, y no tanto: ensayos que surgen del deseo y la intensidad, crónicas de un acontecimiento microscópico, imperceptible para quienes transitan distraídos por esta realidad precipitada y servil.
Quizá, la suma de estos textos den el resultado lenguaraz y distorsionado del que escarba siempre en el mismo cajón de las palabras: una autobiografía involuntaria, expuesta y solapada en un único gesto acerca de mis pasiones (la lectura, el fútbol, el mate), de mis obsesiones (la escritura, lo cotidiano), como también un testimonio de mi perplejidad ante la tecnología y el comportamiento humano.
Como un Cesare Pavese un tanto descarado y meridional, que enfrenta el abismo de lo desconocido a punta de poesía y argumentos, elevo la apuesta y declaro: vendrá la muerte y leerá tus PDF.