domingo, 22 de junio de 2014

Ni ahora ni nunca (mundialeras #2)



Un afamado poema de Mario Benedetti dice: «no congeles el júbilo / no quieras con desgana / no te salves ahora / ni nunca...». Falta de ganas, entonces, zafar en el último minuto para salvar una ropa tan sudada como ajena. ¿Para eso se espera cuatro años y se juega un Mundial? Los números mandan, es cierto. Puntaje ideal, un gol en contra y los estrictamente necesarios a favor. Clasificación a octavos abrochada. ¿Y el júbilo? Tan frío como la primera mañana de este invierno; pero en Mendoza, no en Belo Horizonte.

La Selección no contagia, o al contrario, nos da fiebre. El agónico gol del final fue más un estornudo que un grito: inesperado y escupido. Todo bostero de ley (como yo) sabe lo que significa «Ganar a lo Boca»: jugar horrible durante todo el partido, apretar bien los dientes, meter un choclazo con la nuca y triunfar de todos modos (¡ah, Palermo!). El que pierde así, siente el sinsabor de la injusticia; pero reconoce que el otro no se dio por vencido a pesar de sus limitaciones. ¿Estábamos, por lo tanto, en inferioridad de condiciones ante el combinado de Irán? Más allá del sistema y de las zozobras socorridas por nuestro arquero, patear diez córners de la misma forma y con el mismo nulo resultado evidencia al menos dos cosas: la falta de trabajo y el desdén. Es decir, el desaliento ante un rival ignoto y, en apariencias, inferior. Hay más elaboración en los peinados de algunos jugadores que en la estrategia del juego. ¡La «pachorra» se pegaba hasta en los botines! Por eso: «no reserves del mundo / solo un rincón tranquilo…».

Sin embargo, la ilusión -más que la expectativa- hace que nos aferremos a esa tela de araña esporádica: la del genio salvador. Fue conmovedor oír a la hinchada argentina cantar hasta cinco minutos después del partido. «Messi, Messi». ¿Para qué lo queremos? ¿Para amarlo, aclamarlo, entronarlo y dentro de unos años tildarlo de «mufa» como hicieron ayer con Maradona? Así no, señores. Eso habla de gente triunfalista que solo quiere protegerse a sí misma. A los desagradecidos, no los quiero a mi lado. Ni ahora ni nunca.

HERNÁN SCHILLAGI

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