lunes, 30 de julio de 2012

El amor en los tiempos del dengue





Ellos son dos autómatas y se abrazan. Tienen la orden de hacer bullir el aceite de su sangre para que los mecanismos internos funcionen a la perfección. De pronto, el ojo telescópico de él visualiza a un insecto alado en la nalga de acero de su torneada co-equiper sexual. Identifica las pintitas blancas del mosquito y sin dudarlo, por una piadosa sanidad, cachetea el culo de ella. El sonido, tan dulce de perverso, los despierta y los vuelve humanos.




HERNÁN SCHILLAGI


del libro de relatos El dragón pregunta. 

2 comentarios:

Marisa Perez Alonso dijo...

Responder al amor por una orden, que la dulzura devenga de la perversión, que el sonido los vuelva humanos son joyitas en el engranaje de este microcuento. Siempre me dejás algo nuevo, pulido, brillante (en los muchos sentidos de las palabras). Te extraño por mi blog.
Un abrazo, poeta.

Proyecto María Castaña dijo...

Dulce sonido... como venía la historia, uno podía imaginar un sonido chirriante, deagradable, bah, un ruido molesto, tanto como la misma ciber-mosca. Pero no, sonó a cascabeles el nalgazo y ese par de personajes fueron carne y el humor de la situación descontracturó sus engranajes.