martes, 14 de enero de 2020

Hanzel en un brete


Todas las mañanas sacudo el mantel en el patio y Piquito, un gorrión de plumas marrones con manchas blancas y negras, viene a completar la tarea de orden y limpieza. No tengo bien en claro si me está esperando desde temprano, apostado como un comensal furtivo entre las ramas del paraíso de la vereda; o se encuentra ocupado en sus menesteres ornitológicos y siente la obligación de suspender sus faenas -la edificación de un nido o la resistencia de un gusano- para que el piso reluzca con los primeros rayos del sol. Por el momento, su timidez rasante, como su veloz desconfianza, no han permitido que lo retrate con la alta definición exigida en estas redes: solo fotos movidas de una realidad común y corriente. Soy un Hanzel en apuros que sale al bosque suburbano y ve cómo sus migas, con ínfulas de GPS, se pierden en el camino y lo dejan recalculando.


HERNÁN SCHILLAGI

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