domingo, 7 de julio de 2013

El crimen perfecto






Hemos sido alucinados testigos, desde hace semanas, de un crimen tan suburbial como resonante: el de Ángeles Rawson. Testigos, sí, de la autoincriminación, de las pruebas de ADN y de la matraca infame de abogados y fiscales. Pero hemos sido también protagonistas co-partícipes de la cobertura mediática, de los prejuicios infundados, de las campañas tendenciosas, de las fotografías post mortem y del engrosamiento miserable de un «rating» que no nos pertenece ni nos va a salvar. «Fuenteovejuna lo hizo», decía la gran obra de Lope de Vega, donde un pueblo entero se culpaba de un crimen y no se hacía cargo al mismo tiempo. La injusticia y los embates autoritarios del poder redimían a los pobladores, pero ¿cuál será nuestra excusa como televidentes ante el cadáver de nuestra vergüenza? «La televisión lo hizo», diremos con las manos manchadas de morbosidad. 


HERNÁN SCHILLAGI

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