viernes, 7 de enero de 2011

Arrastrada



Una mujer como escapada de una fotografía del año 1920 contempla, en el mármol grisáceo y familiar, las borrosas inscripciones de Aquiles Arrufat, Leonides Llegat de Arrufat y Robertito Arrufat. Todos muertos el mismo año y el mismo día. Y a la misma hora, piensa la vestida toda de negro, con un sombrero en forma de turbante y un bolso que asemeja a un higo más que podrido.

Hoy tampoco les traje flores. Disculpen. Pero si les contara que todo este tiempo fui otra, me entenderían. Jugué a ser madre, tía, justiciera. También a ser feliz. Y no la arrastrada que ustedes decían. Tampoco la que supo equivocarse y recibió nada más que odio y repulsión. Hoy terminé la ceremonia que empezó la mañana que les dejé el café preparado con veneno antes de salir de nuestra casa. Les gustará saber que, desde entonces, he sido una santa.


para Marco Denevi

6 comentarios:

sergio dijo...

Conchita, Arrastrada...he ahí los motes que desatan la tragedia. Si no, que les pregunten a aquellas Barreda y a estos Arrufat. Tiros, veneno. El oprimido tiene un límite.
Realmente muy bueno y logradamente deneviano. Ja

Anónimo dijo...

¡Muy bien logrado! ajajjaaj ¡Germen de otra novela!

Proyecto Maria Castaña dijo...

¿Veneno? Siempre pensé que hubo un poco más de crueldad y sutileza en los asesinatos de Leonides. Cada uno de sus lectores siempre tendrá un versión diferente y esa es la maravilla de Ceremonia.
Hablando de apelativos, Sergio, ¿te acordás como le decían al odontólogo la señora, la suegra y las hijas? Era un mote agresivo, pero no me puedo acordar.

Siguiendo con Ceremonia, creo que Leonides se sumergió durante el tiempo del relato en un carnaval, bajo una falsa personalidad y, a pesar de la máscara y la mentira, pudo vivir una verdadera felicidad.

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: es cierto, las tragedias empiezan por casa y toda ceremonia es secreta. Ah, una cosa: "Ceremonia secreta" no es venenosa. Podés leerla sin que te pase nada ;-)

Juro que no te vas a arrepentir.

Hernán Schillagi dijo...

Anónimo (¿seguís siendo la Naty?): gracias por tu comentario. Marco Denevi es el gran maestro de buscar las grietas que quedan en una ficción para escribir un microrrelato. Uno lee, por decir, "Rosaura a las diez" y casi no queda nada más por decir. Salvo que continuemos la vida de Camilo Canegato. Pero todos sabemos que su "vida" fue el momento que tramó lo de las cartas. Pero en "Ceremonia secreta" estaba eso que me intrigaba: Leonides vistando las tumbas de su familia (nada especial), pero todos habían muerto el mismo día.

Hernán Schillagi dijo...

Paula: ¿Hace cuánto tiempo que te comenté que ese pasaje genial y sin resolver era para darle una vuelta de tuerca desde la microficción? Bueno, desde hace un par de años que lo vengo pensando. Llegué a la conclusión que, si Leonides fue capaz de matar para consumar la "ceremonia", era porque lo había hecho antes. ¿Por qué veneno y no algo más brutal (aunque igual de efectivo)? Porque necesitaba que hubiese sido un crimen sutil (a lo Yiya Murano) para que esta mujer siguiera libre y conociera a Cecilia y ésta la confundiera con su madre muerta...

Sin embargo me faltaba el motivo. Allí fue donde la perversión (tan cara a Denevi) me dio la respuesta. Leonides era tan prejuiciosa con el sexo y dividía a la gente entre salvos e impíos (el primer episodio la define) que bien podría ella haber matado a su familia por haber sufrido el mismo trato por ellos. Luego, la búsqueda de la redención por la culpa.

Gracias por el comentario.