lunes, 27 de diciembre de 2010

Un poema para encenderse en las fiestas



el oyente espera


suena en medio de la cocina una radio
bate el parche del corazón de la noche
una música atrapasueños sin dueño
pero con inquilinos que no echan llave
a sus puertas late una frecuencia sin modulaciones
en la amplitud de la mesada con restos fósiles
de aves corraleras con la sal gruesa de un mar prehistórico
y el que escucha ausculta cada golpe sonoro
roza el pecho de cada palabra con el frío estetoscopio
de esta mano sin compañía

de pronto apaga todas las luces
para que las voces crucen el oscuro éter sin tropiezos
porque él en medio de la cocina se siente
una hornalla abierta que amenazante espera
esa chispa que encienda su corona de gas
a cambio de no envenenar el aire

5 comentarios:

sergio dijo...

al principio me intrigaba qué era eso que el hombre hornalla esperaba. luego, me di cuenta de que no podía ser sino una revelación. la chispa de una revelación. cómo llega una revelación por medio de la radio? en la música? en una letra poética? (como si la arena cantara en el desierto/ los cantos de sirena del mar muerto)

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: vos que sos un radioescucha como yo, sabés que somos mirados como piezas de museo, o quizás, como personas no-televidentes. Definir por la negativa es un facilismo que la sociedad se permite.

Y sí, el que escucha espera cual indio piel roja que ausculta el suelo para sentir las vibraciones lejanas. ¿Una revelación por pequeña que sea? Puede ser, per me gustan las que se pueden palpar, las que no levantan del ras del suelo.

El que prende la radio espera el fuego del azar, de las voces sin dirección y además abre una puerta a su soledad.

Gracias, amigo.

Un abrazo sonoro y radial.

Anónimo dijo...

¡Queridos radioescuchas!Las revelaciones en las pequeñas cosas son lo que otorgan sentido a la vida...Coincido en la experiencia del contacto con el azar al disfrutar de la radio. Al momento de leer el poema recordé el texto "Monólogo" de Simon en La mujer rota. Estar en las fiestas, solos, percibiendo la vida exterior...cerca, muy cerca del suicidio.

Hernán Schillagi dijo...

Anónimo: Interesante la punta literaria que tirás sobre "La mujer rota". Otra de las cosas que el azar de la lectura posibilita: saltar de un texto a otro -como en un dial descontrolado- para ir abriendo nuestras cabezas.
Ojalá sigás vistando esta ciudad y conozcamos tu nombre.

Anónimo dijo...

¡Hernán! Soy la Naty que sigue sin poder dejar el nombre...¡Abrazo gigante y a disfrutar de las vacaciones!