domingo, 19 de diciembre de 2010

De los Portones al Arco, Cuarta entrega


Cuarta entrega:



Bolero inoportuno

«Hasta acá llegamos», había dicho Santi entre el humo. Precisamente esas eran las palabras que Juano hubiera esperado de Gala. Porque esa nota de veintitantas palabras que ella había dejado sobre la mesa no concluía nada. Tampoco prometía mucho. Algo muy lejano a la esperanza se alojaba en los últimos cuatro vocablos. «Quizás también a mí». Es más, de todas las palabras sólo una punza las sienes de Juano como una púa a un disco rayado. Quizás, Quizás, Quizás. Aunque mientras hace dedo, nunca se acordará de ese inoportuno bolero.

A veces los nombres esconden cosas de las personas. Gala se llama así sólo en parte. Su padre era maestro de primaria y jamás se pensó que el primer hijo pudiera ser una niña. Mientras la mujer hacía los trabajos de parto, barajaba nervioso en el sanatorio un manual Estrada. Veía sin leer las figuras de un caballero flaco y su grueso acompañante. Cuando la luz sobre la puerta de la nursery se encendió rosada, el maestro supo que su propio nombre no iba a continuarse. Bajó los ojos y leyó: «Miguel de Cervantes Saavedra es el más grande autor de la lengua castellana. Su obra máxima, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha». Más abajo observó. «Lo hace como novelista y dramaturgo; también como poeta. Así van apareciendo: La Galatea (1585), Las novelas ejemplares (1612)». Y más abajo comparó. «Los trabajos de Persiles y Sigismunda (póstuma, 1617)». Galatea, Sigismunda. Galatea, finalmente. Sin embargo, la niña sólo tuvo su nombre cuando con el correr de los meses el Galatea se fosilizó en el DNI y los últimos tres caracteres quedaron en la punta de la lengua de su padre y en el olvido de su madre.

En cambio, se sabe que Juano no es un nombre y, que en lugar de ocultar, muestra. La vocal final cierra este apodo y le da un equilibrio. Pero ya se ha dicho que los nombres o las personas guardan siempre algo bajo la capa. Juano verdaderamente es: Juan Orlando Salicio. Y no hay que explicar mucho sobre por qué su portador sólo tomó la primera letra del segundo apelativo, para olvidar sin piedad el aparatoso resto. Por eso cuando ellos dos se conocieron y dijeron sus nombres, en realidad se estaban intercambiando sus disfraces.

«Saludame a tu vieja, che», fue lo último que dijo Santi desde su enrevesado mundo, sin escuchar otra vez las explicaciones funerarias de su amigo. Así que mientras Juano camina hacia el este y espera que algún auto lo levante, puede verse que la cuenta es sencilla. Tres letras le faltan a Gala, una le sobra a Juano. Total, cuatro. Justo la misma cantidad que inquieta en la pérfida nota de despedida. «Quizás también a mí». Uno dos tres cuatro. Pasos de un baile solitario bajo el sol de verano.

Santi y la Torino habían sido repatriados a la ciudad por un camión remolque. Juano se vio tentado para volver. Pero recordó la promesa, recordó la sábana celeste y la cama vacía, recordó las tabletas de alcayota que acechaban desde su bolso. «Alguien me va a llevar», le había dicho a su chofer malogrado.

Ahora camina sin consuelo. Aunque cada paso lo acerca a Gala, al Ami 8.

Un elefante moribundo deja de ser un punto oscuro y se le aproxima lentamente. En este camión puede haber una posibilidad. Quizás, Quizás, Quizás.


Soundtrack: Quizás, quizás, quizás; por Gigliola Cinquetti y el Trío Los Panchos

5 comentarios:

Proyecto Maria Castaña dijo...

Aquí acecha la génesis de los nombres de los protagonistas... está será la segunda vez que actúo como terapeuta de usted, señor autor y le pregunto directamente, a los ojos (usted mire algún punto en el medio de la pantalla e imagine mi cara): "¿No estará haciendo 'transferencia' de esa mochila de nombres que usted carga?". Me lo puede contestar cuando y como quiera. De todos modos, es muy común el dato autobiográfico obliterado en cualquier novela.
Sobre Gala, me aclaró una inferencia errónea, siempre pensé que se llamaba así por esa musa real que tuvo Dalí.
Me parece interesante el juego cabalístico con el número cuatro como punto de coincidencia fatal de algunos hechos... eso sí, el empleo de números "con carga semántica" obligan al autor a retomarlos cada tanto en la narración para develar su sentido completo. Quizás (quizás, quizás) porque el juego de coincidencias que desataron tiene que decantar en alguna consecuencia que genere algún momento de quiebre en el relato: o sea, el 4 si no vas ya a jugarlo a la quiniela, lo usás de un modo diferente en una próxima entrega. Bueno, esta es una parte de mi teoría de los números, si querés después la hablamos.

Sobre la canción, es una increíble versión la elegida -¡si la abre escuchado en FM AYER!- pero como te decía por teléfono el otro día cuando el astro de Valentín Alsina canta: "y así pasan los días y "io" desssesssperando y tú, tú contestando...", querido, a ese fraseo no hay con qué darle. Igual, ahora la escucho a la bella Gigliola y me sumerjo en el texto con las mismas esperanzas que Juano tiene de volver a las sábanas celestes, a su Ami, a su Gala.

Un abrazo, amigo.

Hernán Schillagi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Hernán Schillagi dijo...

Paula: aquí el narrador se toma bastantes licencias. Incluso en contra del propio autor.

De algún modo, los nombres propios siempre dicen algo del que lo porta, a pesar de ser totalmente arbitrarios. No por nada, el padre maestro de Gala lo elige casi sin pensar y sólo toma forma tiempo después.

En el caso de Juano, me interesan más las referencias literarias medievales que las personales. Pero no seré yo el que se ponga a hablar de eso. Me divierto solamente.

Eso sí, me causó mucha gracia que Sergio creyera que "Salicio" era el apellido de Juano y no el tercer nombre.

¡Qué complicado eso de los números cabalísticos! No entiendo mucho y no creo compartir del todo de tu teoría. Pero tal vez te depare una sorpresa.

Gracias por tu comentario único (por singular y solitario)

Proyecto Maria Castaña dijo...

Es que el vago de nuestro amigo tiene que escribir y no solo hablar sus comentarios... por consideración a la gente que ingresa a la nouvelle. Además, las opiniones de Pereyra siempre son divertidas -como lo de Salicio-, agudas e inteligentes. Una pena no contar con su texto.
Números cabalísticos, medioevo... al final, este viaje al Arco puede terminar más complicado que El nombre de la rosa.
Sobre mi comentario, ES ÚNICO y no solo por ser singular y solitario.
Me despido por unos días, me voy a tomar unos baños de mar a Las Grutas hasta después de año nuevo.
Un beso a los Schillagi en su conjunto.
Paula.

Hernán Schillagi dijo...

Paula: gracias por tus apreciaciones y observaciones. Pereyra ya volverá al redil bloguero.

Buen viaje. Que sea una aventura más que turismo.