miércoles, 11 de septiembre de 2019
Una carta de despedida
QUERIDO CLAVO OXIDADO:
Sé que te acercaste a mi pie con un cariño obsesivo y punzante. Sin embargo, te cuento que el breve tiempo que pasamos juntos y la férrea huella que dejaste en mí, la estoy tratando de olvidar a fuerza de antibióticos con una puntualidad que asombra. Además, desde hoy temprano, he reemplazado tus caricias relampagueantes por otras más bacterianas y antitetánicas. Tu carácter cortante será difícil de borrar en mi cuerpo, pero la década de amparo que la aguja me prometió al oído, certifica el fin de nuestra relación. Igual, no creo haber aprendido del todo; porque, como dijo el gran Lope de Vega: «Olvidar el provecho, amar el daño...».
HERNÁN SCHILLAGI
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