miércoles, 22 de mayo de 2013

Los envases de la muerte



Releí Mortal y rosa de Francisco Umbral. Novela lírica que se sostiene en el ensayo y lo confesional. No cuenta, tañe. Por eso, en cada nota emitida, la metáfora se hace carne y núcleo narrativo. «Estoy oyendo crecer a mi hijo», dice en un endecasílabo suelto y abandonado, pero que se convierte en el agujero negro donde la materia anecdótica es absorbida y resignificada. La tragedia atraviesa todo el libro: el hijo ha muerto a los 5 años. Umbral apela a la «memoria simultánea» para narrar el dolor. El libro fue escrito -dice- en el transcurso de la enfermad hasta el fallecimiento. Tenso, así, un arco hasta La novela de la poesía de Tamara Kamenszain. Ella reflexiona sobre la imposibilidad de hablar de la muerte en un poema y dispara: «La prosa poética ya fue/ la novela lírica con evocaciones de infancia/ ya fue ya fue ya fue/ la poesía que se las da de narrativa/ también ya fue salvo cuando cuenta...». Entonces, una revisión obligada de mi escritura en estos últimos años se impone. Creo que estoy nervioso, pero expectante.


HERNÁN SCHILLAGI

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