martes, 12 de marzo de 2013

Un poema del futuro







piedra en el estanque



luego de atravesar la tela de araña
que pende secreta de cada asteroide
vendrás a contarme que nuestros mensajes
fueron recibidos como esas lluvias de verano
que refrescan al comienzo
pero que ahogan de humedad después

una sonda cruzará con tu voz magnética
el espacio que hay entre dos silencios
vendrás con los pasos marcados y no habrá partitura
que registre las notas de tu música sin idioma
una cadencia que adormece y abre los ojos
ante el agujero negro de mis dudas
sé que vendrás sin culpas como una piedra
inocente que cae en el estanque y rompe
el reflejo perfecto que habíamos construido

vendrás sin vacilar a decirme «somos del planeta
tierra y creemos estar desde siempre
solos en el universo»

HERNÁN SCHILLAGI


del libro Ciencia ficción (inédito, más que nunca)

4 comentarios:

Marisa Perez Alonso dijo...

Me gustó mucho, mucho. Mensajes como lluvia, una sonda con música que no se registre en ninguna partitura, el estanque que nos representa, el espacio entre dos silencios... son imágenes tan maravillosas, tan cargadas cada una de plurisignificación exquisita. Vuelvo a rendirme ante tu palabra. Gracias!!!

Hernán Schillagi dijo...

Marisa: muchas gracias. ¿Qué habré hecho para merecer una lectora tan entusiasta y generosa? Es una responsabilidad sobre todo.

Un abrazo interespacial.

Anónimo dijo...

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Proyecto María Castaña dijo...

¿Lo de arriba es un spam?¡Amazing novelist!
Igonoro si en el pasado hice un comentario detallado de este poema, no lo encuentro en mis cuadernos ni en los archivos de word. Es una pena porque este comentario será infinitamente peor. Por entonces, estaba metida en la "nave nodriza" de "Ciencia ficción" y era la fan nº 1 de este poemario en construcción. Ahora estoy más desapegada y es probable que no haga las conexiones que hace unos años establecía entre los distintos poemas.
Quizás huelga decir que el eje de este texto es la incomunicación. Un personaje solitario que aguarda con expectativa un mensaje que conoce de antemano. Es una idea paradójica e inquietante, a mí, por ejemplo, me lleva a pensar en la existencia humana en general. Todos nos movemos en la espera lenta de los días, empujados por la esperanza y el temor en dosis iguales, distraídos en la observación del otro, cercano o distante, más solos que siempre y que nunca, sabiendo que el único mensaje cierto es el de nuestro propio fin aunque no conozcamos la máscara del emisario y la fecha de su arribo.