miércoles, 18 de abril de 2012

Un poema para las nieves del tiempo



el origen de las ficciones cotidianas


me puse de costado frente al espejo
del baño y la vi se erguía desafiante
hacia lo último del parietal izquierdo
sí una cana la primera irrumpía
como un rayo en la noche de mi cabeza

no lo dudé mucho pensé en ese escrito
de borges en el que toma un puñado de arena
y lo deja caer mientras dice
«estoy modificando el sahara»

así que con el índice y el pulgar
la arranqué sin piedad el tirón
fue débil pero duradero
como el comienzo de una idea

cuando el dolor ya había terminado
pronuncié «estoy modificando la realidad»


HERNÁN SCHILLAGI

8 comentarios:

Fernando G. Toledo dijo...

Otra versión:

tomé el envase de Bonmetique
y cuando el color ya había tomado
pronuncié «estoy tiñendo la realidad»
.

Proyecto María Castaña dijo...

A los 25 años me arranqué la primera cana con una pinza de depilar... es cierto lo de las abuelas, por cada cana arrancada con saña, salen cien. Empecé a sacarlas con amor... salieron mil. Pero ya ni me acuerdo, hoy por hoy están más cerca los diez días que me separan de mi nueva visita al peluquero que aquel remoto día de juventud.

Marisa Perez Alonso dijo...

Ja,ja,ja. Nunca me arranqué una cana, al igual que Toledo acudí inmediatamente a la peluquería y hasta resultó un acto de coquetería muy recomendado.

Hernán Schillagi dijo...

Fernando: esa también es "otra realidad". Pero he visto resultados de tintura que se acercan más a lo "surrealista".

Hernán Schillagi dijo...

Paula: en las mujeres serán una por cien, porque yo sabía que en los hombres era una por siete. Me llego a arrancar 100 canas ¡y me quedo pelado!

Hernán Schillagi dijo...

Marisa: mi señora esposa me insiste en que, en lugar de teñirme las canas con un rabioso morocho arrabalero, cuando llegue el momento las "tunee". Es decir, teñir canas sobre las canas, pero con onda. Después de escucharla me salieron como 50!

sergio dijo...

A veces la soberbia le da la mano a la ingenuidad. Grandes estadistas se han dado de bruces contra la realidad. También bellas mujeres lo han hecho (alguien que se opera la cara no solo quiere verse mejor, quiere algo más importante y más difícil de conseguir: detener el tiempo). Lo siento por el yo del poema, pero las opciones son dos: o le salen canas o le crece la calva.

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: yo anhelo la primera opción. Frente a la calvicie, me encantan las canas. Si hasta se pueden teñir, vencido el prejuicio o la ridiculez.

Pero hay una opción intermedia y extrema al mismo tiempo. Presiento que seré canoso y dolape al mismo tiempo.