sábado, 10 de marzo de 2012



Nadie se atrevió a contar qué es lo que vieron los basureros de Praga esa noche. Un bulto enorme, pero liviano llamaría la atención de cualquiera. Abrieron la colcha a la espera de algo monstruoso, aunque se encontraron con un esmirriado joven, un poco encorvado y pálido. Un cadáver común y corriente, sí, en los fondos de la respetable casa de la familia Samsa.


HERNÁN SCHILLAGI

2 comentarios:

sergio dijo...

Pobre Gregorio (empezamos mal: ese nombre es más apropiado para un papa o un insecto que para una persona corriente). Reinicio: pobre Gregorio, tanto sufrir con sus mutaciones y cuando tiene la posibilidad de escandalizar, horrorizar sin ser víctima del escarnio público, viene y se muere –que ya de por sí es una desgracia- como uno del montón. No hay derecho.

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: Sabemos que, en realidad, Samsa era "Gregor", pero tampoco cambio mucho la horrimpilantez del nombre.

Y sí, pobre, si pudo convertirse en vida a un insecto cascarudo, por qué no hacer una última transformación en los últimos segundos antes de morir a humano. Hasta sería más absurda su muerte.

¡Cuánta tristeza!