miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un poema incómodo




 lengua franca

Date prisa. Súmate a la orgía
aquí entre las hojas...

Ted Hughes



su paciencia de agua diluye las sales
del tiempo sabe que es frágil entonces
avanza con su casa perfecta
sobre la espalda un tardío hogar
de idiomas y espirales abiertos

pero él que conoce cómo esconder
el rugido del mar es el único
ser con la valentía suficiente
de abandonar la belleza absoluta
cuando le queda chica

6 comentarios:

Fernando G. Toledo dijo...

¡Caracoles! ¡Qué lindo poema!

Hernán Schillagi dijo...

¡Jaja! Vos sos de los que no dan "vueltas".

sergio dijo...

Hay poetas que son como caracoles (pienso en Puig y en Almodóvar, que aunque no escriban en verso son poetas) que laboriosamente construyen la más bella de las casas para, cuando ya no caben en ella, abandonarla. Hay otros, en cambio, que edifican una casa y se quedan a vivir en ella porque acaso no soportan la idea de la intemperie (pienso en el último Gelman). Pero a estos últimos ¿se los puede juzgar? ¿desde de dónde? ¿desde un punto de vista estético? (Juana Bignozzi sostiene, y coincido, que Gelman, de un tiempo a esta parte, gelmanea), ¿desde un punto de vista ético? Aquí tengo mis dudas. He visto muy a menudo a gente de lo más ordinaria (yo incluido) exigiendo a sus artistas el ejercicio continuo de variadas formas de heroísmo: que no se aburguese, que siga experimentando, que no se venda, que… que… que… Pero ¿se puede demandar algo que uno es incapaz de practicar? Me parece que en el fondo nos gustan los artistas mártires porque nos liberan de tener que ser nuestros propios héroes.

Amigo, si me fui al carajo con la interpretación que hice de su texto, sepa disculparme. El poema, ya se lo dije, me gustó mucho.

Fernando G. Toledo dijo...

Yo sólo pasaba por aquí pero, sí: te fuiste al carajo.

Hernán Schillagi dijo...

Fernando: ya que juzgás sin que te lo pidan y, encima, de pasada; decí por qué :-)

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: muy intenso y motivador tu comentario. "Irse" a dónde sea luego de leer un poema es auspicioso tanto para el que lo lee como para el que lo escribe.

Es cierto que García Marquez dice que el gallo de "El coronel no tiene quien le escriba" es solo eso: un gallo. Algunos vieron el capitalismo o no sé cuántas otras cosas más. Si fuera nada más que el gallo sería bastante triste para los lectores que buscamos siempre algo más que una buena historia.

Aquí tu planteo es muy interesante, ya que -caracol más, caracol menos, el poema propone otras lecturas (y no te fuiste al carajo, ya que tu lectura es "del carajo").

Pensar a los escritores con "alguito" de irreverencia no le hace mal a nadie. Podemos leer maravillados a Juarroz toda la vida, pero el señor se sintió cómodo con una idea y le dio derecho hasta escarbar a lo más profundo. ¿Un crustáceo cobarde? Un malcopado, un aburrido, un obsesivo, tal vez. En esta línea seguirían el mencionado Gelman, bastante Bignozzi (que bignozzea) y mi admirado -hay que decirlo- Giannuzzi. Aunque este último hizo de la miscelánea una constante.

Y están los osados, los que no se conforman con una misma caparazón y se metamorfosean y hasta se desprecian: Girondo, la última Pizarnik, y -más recientemente- Paula Jiménez. A veces los resultados son dispares, pero el gesto de cambiar y arriesgar el terreno ya ganado merece todo el reconocimiento.

Para volverse conservador siempre habrá tiempo.