viernes, 22 de octubre de 2010

La tranquilidad de una madre


«Me tenés toda la noche con el Jesús en la boca», le decía la madre a su hijo que volvía tardísimo de la bailanta. Harto, el muchacho la hizo examinar por el curandero de la esquina, y luego la llevó hasta la tele a un programa charlatán de fenómenos paranormales.

La gente del barrio construyó un altar en los labios de la madre, encendió velas en su dentadura postiza y le rezaba en procesión para que los hijos regresaran salvos antes del amanecer.

Fue un milagro tanta convocatoria. Hasta que, a los dos meses, otra vecina aseguró frente a las cámaras que había visto una calle que era «una auténtica boca de lobo». Todos corrieron a fotografiar los colmillos.

3 comentarios:

Paula Seufferheld dijo...

Después de leer tu relato, "tengo un nudo (marinero) atravesado en la garganta".

Hernán Schillagi dijo...

Ja! Sí, las madres suelen ser algo exageradas. Mi madre me decía "Me he sacado la comida de la boca para dártela".

Así que ante tamaña hipérbole concreta, se me ocurrió este microrrelato para reírme un poco de cómo se toma la gente todo al pie de la letra, pero a la décima potencia.

Hernán Schillagi dijo...

Pero para estos juegos, me remito a los maestros. Como éste de Isidoro Blainsten:

Más vale pájaro en mano que cien volando

Eso le enseñaron. Lo mamó desde la cuna. Lo oyó desde sus primeros pininos. Se hizo carne en él. Entonces dejó volar los noventa y nueve y apretó fuerte, bien fuerte, el que tenía en la mano. El pájaro murió asfixiado.