viernes, 27 de agosto de 2010

Un poema para ser colgado



eslabón de lujo


un niño ayuda a su padre a tender la ropa
juntos hacen una cadena efímera de manos y palabras
el niño pregunta y el padre cuelga las dudas
las aprisiona con los broches para que no se vuelen
para que sea más fácil luego plancharlas
pero el niño se queda solo en el patio eleva la cara
contra el sol así las gotas de las respuestas
golpean una a una en su cabeza esa piedra llena de poros
olvido y caricias húmedas de cien por ciento algodón
como si una fina lluvia en mangas de camisa
viniera a revelarle un deseo que ya conocía

y la piedra bajo un efecto de erosión inusitada
se abre para siempre

13 comentarios:

Proyecto Maria Castaña dijo...

De nuevo el padre y el niño, ¿te acordás de tu poema cuando el firmamento no era de tela sino el universo mismo y el pequeño preguntaba por las estrellas?
Me gusta mucho cuando te detenés en una escena cotidiana insignificante y la transformás en una reflexión trascendente. Ese paso de lo concreto a lo abstracto es escalonado, llegar al final del poema, es un ascenso, por lo tanto, una revelación.

¡¡¡MÁS VIEJO Y MÁS SABIO, CARAJO!!!

Hernán Schillagi dijo...

Amiga: gracias por todo, menos por lo de viejo, ja.

En serio, sí hay una resonancia más que fuerte con mi poema "la última espera", pero aquí todo el universo es en el patio y las preguntas -que no están- sin respuestas podrían ser las más incómodas y dolorosas. Me gusta pensar que los lectores recordarán qué preguntas hicieron cuando niños y quedaron colgadas para que se orearan.

Un abrazo.

Marisa Perez Alonso dijo...

Tal vez, los temas de esas preguntas infantiles no son tan trascendentes, pero sí lo es el hecho de que tu padre se ocupe de responder. Esas palabras colgadas de la memoria seguramente se desteñirán con el olvido y, sin embargo, aún con colores desteñidos, recobrarán el amor y la dedicación de ese padre y su hijo, podrán recrear la esperanza, podrá crear una mente y un corazón más seguro y más libre. Me conmueve.

Hernán Schillagi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Hernán Schillagi dijo...

Marisa: qué hermoso comentario. Gracias por conmoverte, ya que -simplemente- es lo que intento provocar en los lectores. Si luego vienen la identificación y la reflexión, es un bono extra.

La verdad es que, pienso, la poesía puede permitirse un toque de ficción, una recreación poco fidedigna de los hechos, aunque sí de las emociones. Ese padre podría ser también yo y el niño, ser una niña. O todo lo contrario.

Lo bueno es que el "yo-autobiográfico" le dé paso al "yo lírico". Entonces la voz que se escucha entre los versos también es del lector. ¿No te parece?

Gracias de nuevo.

Cecilia Restiffo dijo...

Hernán: padre tendiendo ropa: una rara imagen para comenzar el texto, sin embargo la imagen se trasmuta a medida que el niño pregunta, la imagen da paso a la idea que acaricia y conmueve cada verso.
La soledad del niño en el patio me remitió a la necesidad de certezas que a veces no nos abandona con la infancia.
La idea de que el agua horada la piedra siempre me acompaña, porque creo que la poesía es un poco ese líquido elemental en la garganta de los días, es esa insistencia sobre la quietud de las horas, es ese refrescarse chapoteando entre los versos de un poema, que como es el caso de este, me permitió mirar por debajo de esta tarde de zonda que no me dejaba en paz.
Un bello poema.

Hernán Schillagi dijo...

Cecilia: la imagen sobre que un poema es lo más parecido a la lluvia también me acompaña: vertical, lleno de gotas de tinta y esa primera sensación en la epidermis antes que en el entendimiento. Como decía más o menos Borges, "como se siente la presencia del mar, o la cercanía de una mujer".

No por nada los signos de pregunta tienen esa forma de gancho, nos sacan las respuestas, nos tiran de la infancia a fuerza de dudar, interrogar y abrir -como si la despostáramos- a la realidad.

Gracias por tu comentario, también bello.

Marisa Perez Alonso dijo...

Hernán: He vuelto a tu poema que no deja de rondarme. La imagen de UN HOMBRE, un padre colgando ropa es mucho más desestructurante y fuerte que la esperable de una madre.
Las respuestas que buscamos desde niños no las buscamos en cualquier lado, en cualquier persona.
Me encantan, igual que a Cecili, las escenas cotidianas que se abren como un capullo y te dejan ver otra escena infinita y universal.
Tal vez los espejos tengan mala memoria y olviden tan pronto las imágenes que reflejan, pero no dejan de devolver las metamorfosis, igual que tus poemas.

Hernán Schillagi dijo...

Marisa: volvemos a lo del relato anterior. Hay momentos que no se pueden fotografiar y, creo, los reveladores son un flash en sí mismos.

Qué bueno que un poema nos ronde, nos persiga con sus imágenes y propuestas. esta vez ha sido uno mío, pero no importa de quién: qué bueno que siempre un poema nos ronde.

Milo Pratt dijo...

buen poema, como decían al principio hay un ascenso, me gusta la imagen de la cadena de manos, pero sobretodo me gusta el final, con esa piedra erosionada que se abre... ¿a qué? ¿a la comprensión de ese patio que contiene todo el universo?

Complimenti, como dicen los italianos.

http://lacasadelsimio.blogspot.com
por si encuentras algo interesante...

saludos.

sergio dijo...

La piedra abierta para siempre, es quizás como dice Ceci, que, una vez terminada la infancia, hay quienes no dejamos de tener dudas, la duda sigue siendo esencial en nuestras vidas. Será que con los años cambiamos los interrogatorios policíacos a los padres y a las madres por una hoja de papel donde escribimos poemas, por una hoja de papel donde elaboramos posibles explicaciones del universo.... Ay la duda... ya lo dijo nuestro joaquinito:
Porque sabía
que la verdad desnuda
guarda oculta detrás de la corteza
el hueso de cereza
de una duda...

Muy bueno el poema.

Hernán Schillagi dijo...

Milo: tanto tiempo!!!qué bueno tenerte aquí con tus comentarios certeros.

Es cierto que los patios de la infancia llegan a ser un cosmos para los niños. Un universo en expansión que no comprendemos del todo.

Gracias y ya andaremos por tu blog.

Un abrazo

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: y sí, dudar nos hace avanzar, dar el paso que nos saca de las respuestas rápidas y cómodas. El poeta es un gran incómodo que viene a decirte lo que ya sabías, pero no te animabas (o no podías) convertirlo en palabras.

Me gusta cuando Joaquín también dice:

"Es mentira que dude de dudar..."