Viaje, Ale Caterva. El ojo
del Fez, Junín, Mendoza, 2013, 200 págs.
Como un pulpo que expulsa su tinta
más por convicción que por miedo, las ocho manos que componen el colectivo
literario Ale Caterva sacó a la superficie terrestre Viaje, una experiencia/libro de “literatura en banda”, como sus
mismos cuatro integrantes la han denominado. Los escritores Edmundo Beltrán,
Pablo Altare, Mariana Tarquini y Pablo Gullo (todos oriundos del Este
mendocino) afinaron sus instrumentos narrativos para, a partir de la idea motor
del viaje, plasmar con asombrosa unidad una travesía de historias tan variadas
como potentes.
Un primer texto escrito por la
totalidad de sus integrantes expresa las ilusiones y pujas de un grupo de
militantes en el recorrido hacia una manifestación. Una alusión –cómo no- a las
tensiones de la política actual, pero también una posible arte poética del
“colectivo”. Así, comienzan a tener rodaje las diferentes historias
individuales: un cuadripléjico envuelto en un viaje tan espiritual como
absurdo, una nieta y su abuela dan pelea al olvido progresivo a través del
relato épico del primer argentino en la Antártida, un diario sin fechas ni
precisiones de un argentino en Madrid y el iniciático periplo hacia la intensidad
de la poesía de un oficinista de pueblo. El recorrido de la banda concluye,
por supuesto, con el “artista invitado” César Marchetti –integrante de
la revista Barcelona- con un breve texto
de factura interesante, pero que desentona con el resto en cuanto a desarrollo
y estilo. Porque lo más logrado de la propuesta, que desde afuera aparenta ser
otra insulsa antología de cuentos, es que cada historia es una nouvelle o relato largo, además cada
narrador apela a la coloquialidad mendocina con precisión, el paisaje local
está al servicio de las acciones y no del pintoresquismo. Todo, con un evidente
correlato estilístico fruto del trabajo de ensayo y corrección grupal donde no
ha habido lugar para las concesiones “perdonavidas”.
Por último, la edición -ilustrada
por Danilo Innocente- muestra un cuidado en los detalles rara vez visto en la
provincia. La literatura, entonces, suele ser un viaje verdadero cuando es el
resultado de la intensidad de sus historias sumado al compromiso de las causas
que se saben perdidas, pero que son justas y necesarias.
HERNÁN SCHILLAGI
*Versión ampliada de la reseña publicada originalmente en el suplemento Escenario del Diario Uno el 7/09/2013.
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