Pequeños combatientes,
Raquel Robles. Alfaguara, Buenos Aires, 2013, 160 págs.*
Ya desde su primera novela, Perder, que le valió el premio Clarín-Alfaguara en 2008, la escritora Raquel Robles (Santa Fe,
1971) aborda sensiblemente las situaciones extremas de pérdida, ya que en esta
obra narraba la historia de una madre que sufría la desaparición inesperada de
su hijo en un accidente. Sin embargo, las raíces de cualquier relato llegan
hasta lo más profundo de las experiencias de la autora: sus padres fueron
detenidos-desaparecidos en la última dictadura militar de la Argentina. Por lo
tanto en Pequeños combatientes,
Robles invierte la mirada y expone una ficción de corte autobiográfico desde
una niña a la que le ha sucedido “Lo Peor”.
La protagonista tiene unos diez años aproximadamente y,
junto a su hermano, queda al cuidado de unos tíos “grandes y comunistas”, luego
de que un grupo de tareas secuestró una noche, sin un disparo, a sus padres
militantes. La niña ha sido “adoctrinada” en la lucha subversiva y su visión es
la del combate urbano y clandestino. Su pequeño hermano y ella son una célula
guerrillera que ha quedado desmembrada a la espera de nuevas órdenes. Pero ella
siente la culpa por no haber luchado con sus padres. Es aquí el mayor logro de
la novela: la voz narradora. Robles ensaya un estilo indirecto libre al modo de
una visión retrospectiva, pero
“contagiada” del enfoque y los giros de una nena que no puede asir un mundo
demasiado complejo y doloroso: “Con el Enemigo si no se gana se pierde, por eso
mi abuela no quiso arriesgarse. Cuando se perdió casi todo, lo que se tiene es
muy importante: es lo que hace que no hayamos perdido todo”.
Por eso, la historia irá contando al mismo tiempo las
sucesivas pérdidas y los crueles aprendizajes al enfrentarlas. Pequeños combatientes, junto con Kamchatka e Infancia clandestina, viene a testimoniar la mirada silenciada de
los que poco pudieron hacer ante el terror. Son esos niños que crecieron al
desamparo y se hicieron adultos a la espera de Justicia. Al menos aquí, la
literatura es una forma de combate que no cesa.
HERNÁN SCHILLAGI
*Publicado en el suplemento Escenario del Diario Uno el 6/07/2013
4 comentarios:
Espero leer la novela por aquí.
Saludos.
Muy tentadora su reseña. ¿Leíste"El mar y la serpiente" de Paula Bombara? Me hizo recordarla. También una niña, pero no tiene conciencia de lo que le pasó a su padre que un día desapareció e intenta que no desaparezcan sus recuerdos. El registro muy bien logrado de una niña que increpa a su madre, a la sociedad, a sus maestros. Muy linda, también.
Un abrazo.
Debería conseguirse en Perú, Jorge. Hay que estar atentos.
Marisa: apunto la de Bombara. Gracias por el comentario y el interés.
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