Él mira los Juegos Olímpicos. Él ve que las acrobacias parecen de otro mundo, esos cuerpos no serían terrícolas. Él comprende que la Tierra ha sido invadida secretamente por seres hermosos, elásticos y extremadamente hábiles que se divierten, no sometiéndonos con alta tecnología como en el cine de Hollywood, sino humillándonos con su destreza. Él se arrellana en su sillón como una última y humana trinchera.
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