Mientras le
hago frente al calor camino por la calle. Estoy por pasar frente a la parada de
micro y veo a dos parejitas «socializando», como dice mi hija. Me abro un poco
por pudor y complicidad y ¡fllluuuuussshhh!: piso
una nefasta cáscara de banana, tambaleo, hago una fuerza extraordinaria con el
pie izquierdo, la rugosidad del asfalto evita que la onomatopeya siga al estilo
¡pum! ¡paf! ¡crash! Entonces me acomodo como puedo la ropa y las sandalias, y
trato de seguir con elegancia.
En las dos cuadras que restan para llegar a
mi casa, el bochorno le fue dando paso a la indignación perpleja: ¿es posible
que alguien se coma una banana y tire la consecuente cáscara en el preciso
lugar donde termina de pelarla? ¿Qué nos han enseñado las caricaturas todos
estos años? ¿No es un poco exhibicionista «lastrarse» una banana en plena
calle? ¿Nadie piensa que en vez de pisarla un joven atleta como yo, se la podría
encontrar una abuelita indefensa?
Finalmente me sentí Sigourney Weaver pero con
gorilas en la niebla de una ciudad que no miran al de al lado, que solo se
preocupan por su sustento y disfrutan en secreto del daño de sus propios hermanos.
Y sí, lo dicho: son gorilas.
4 comentarios:
Ah, bueno... Pero el tema es que el gorila nunca tira la cáscara. http://www.youtube.com/watch?v=PxbopaxDsf8
Qué te pasa con la gente que come bananas den la calle? Yo como. Eso sí, como pienso en los abuelitos como vos y como yo, no tiro la cáscara al piso. La guardo en el mismo bolso en el que meto los libros que vos me prestás. Te lo dije. Sergio
Fernando: muy ilustrativo el video. Pero, ¿para qué la pela el gorila si se come la cáscara? Jaja.
Sergio: ya me parecía que había manchas que no eran solo de "roces" en el bolso. ¡Puaj! Sos el Mono Liso, pero sin naranja.
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